lunes, 1 de marzo de 2010

Un simple kiosco

Había una vez, en un lejano paìs, un hombre por fuera grande y por dentro pequeño, que instalò un kiosco.
Quiso que su kiosco fuese el màs grande de la ciudad, el màs hermoso, el màs completo y el màs visitado.
Y por un tiempo asì lo fue... y todos eran felices.
Hasta que un día abandonó el kiosco. Sin darse cuenta se olvidò de sus amigos... e imaginó un mundo lleno de colores y se lanzò a pintar ilusiones. Cuando las ilusiones se terminaron y no tuvo nada màs que pinter... volviò al kiosco.
Pero ese kiosco... ese kiosco no era el mismo. El polvo lo había cubierto, sus amigos se habían marchado y solamente se acercaban los revendedores de baratijas.
En un último intento por recuperarlo, tomó la brocha gorda y lo pintò, lo remozò... pero ahora, tristemente, se parece a un circo abandonado.

Moraleja: no abandones nunca tu sueño, ni quieras cambiarlo por menudencias. No cuentes las moneditas, dale valor a quien es el portador de las moneditas.

1 comentario:

  1. Este cuento se asemeja a la realidad de forma cruda. Asi es en la vida amiga cúantos hombres han dejadosus sueños por querer obtener ventajas, diríamos por moneditas que llenen sus bolsillos. ´perfecta metáfora que demuesra una triste realidad.

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puedes responder o no. . Mirando el mundo y las visitas veo que entran y leen si respondes seré agradecida, si no lo seré igual, pues sé que me has leído.

Muchas Gracias!