Había una vez, en un lejano paìs, un hombre por fuera grande y por dentro pequeño, que instalò un kiosco.
Quiso que su kiosco fuese el màs grande de la ciudad, el màs hermoso, el màs completo y el màs visitado.
Y por un tiempo asì lo fue... y todos eran felices.
Hasta que un día abandonó el kiosco. Sin darse cuenta se olvidò de sus amigos... e imaginó un mundo lleno de colores y se lanzò a pintar ilusiones. Cuando las ilusiones se terminaron y no tuvo nada màs que pinter... volviò al kiosco.
Pero ese kiosco... ese kiosco no era el mismo. El polvo lo había cubierto, sus amigos se habían marchado y solamente se acercaban los revendedores de baratijas.
En un último intento por recuperarlo, tomó la brocha gorda y lo pintò, lo remozò... pero ahora, tristemente, se parece a un circo abandonado.
Moraleja: no abandones nunca tu sueño, ni quieras cambiarlo por menudencias. No cuentes las moneditas, dale valor a quien es el portador de las moneditas.
TODOS LOS CUENTOS DEL MUNDO. PROSA Y POESÍA. REFLEXIONES DEL ALMA. TODOS LOS CUENTOS DEL MUNDO
lunes, 1 de marzo de 2010
Un simple kiosco
aguamarina fui... soy y seré. Buscando siempre el lugar donde las palabras acaricien. Porque creo en la amistad, en el amor, multiplicándose en cada amor y renaciendo de sus propias cenizas. También creo en los ciclos que se cierran... y otros que se abren.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Este cuento se asemeja a la realidad de forma cruda. Asi es en la vida amiga cúantos hombres han dejadosus sueños por querer obtener ventajas, diríamos por moneditas que llenen sus bolsillos. ´perfecta metáfora que demuesra una triste realidad.
ResponderEliminar