Caminó una noche de otoño por el parque rendido al silencio. En grava de rojo martirio dejó huellas de pasos perdidos. Mientras iba mirando los árboles que desnudos miraban su paso, recordaba los días aquellos, en que todo era bello y brillaba.
Entonando canciones seguía por el parque contando ya estrellas, era el cielo oscuro y brillaban cual diamantes buscando algún dueño. Fue la luna, que entonces tan blanca, la cubrió con su manto divino, ella así se rindió a aquel embrujo y sintió que llegaba sin prisa hacia ella redonda y gigante para luego dormir en su seno...
Entonando canciones seguía por el parque contando ya estrellas, era el cielo oscuro y brillaban cual diamantes buscando algún dueño. Fue la luna, que entonces tan blanca, la cubrió con su manto divino, ella así se rindió a aquel embrujo y sintió que llegaba sin prisa hacia ella redonda y gigante para luego dormir en su seno...