
Caminó, caminó sin descanso hasta que la noche lo encontró en un parque mirando las estrellas, sobre el césped sus brazos detrás de la nuca. Se sintió dueño del mundo observando la inmensidad del cielo con sus diamantes.
La luna lo bañó con su luz, cerró los ojos y allí el sol lo despertó al amanecer...
sentirse parte del universo, de la inmensidad que es sumamente pequeña pero a la vez enorme
ResponderEliminarun abrazo
Hola tomás un beso y gracias!!
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