miércoles, 16 de noviembre de 2011

LA CARTA


La carta la escribió una noche en que estaba la lluvia golpeando el cristal de su ventana. La anciana poco veía no obstante ello terminó su carta la cerró , llamó a su enfermera y le dijo:
-Mañana por la mañana ve y manda esta carta, si te la devuelven solo quémala, prométeme , no la abras.
La mañana estaba hermosa cuando Delia la enfermera que cuidaba a María hacía ya tiempo descorrió las pesadas cortinas. Allí estaba la anciana dormida, en realidad parecía dormida. Ya había partido.
Después De avisar a su familia y esperar que viniesen Delia fue a enviar la carta. Fue devuelta enseguida la persona ya no vivía había fallecido hacía apenas cuatro días, en un asilo de ancianos así rezaba un carta enviada junto con la que Delia mandara.
Cuatro días meditó la mujer.. ayer hizo cuatro días que María partió. Tal como lo prometió quemó la carta no necesitaba leerla sabía a quien iba dirigida. Pensativa se dijo a si misma, están juntos lo sé., María está con él. Cerró la puerta y partió de la casa donde había vivido 5 años. una sonrisa iluminaba su rostro. miró hacia arriba y dijo ¡Al fin querida María! que esté usted en paz.

sábado, 5 de noviembre de 2011

EL NIÑO Y LA LUCIERNAGA


La luciérnaga se vio encerrada en un frasco. el niño la miraba sonriente, había logrado atraparla después de varios días y eso lo llenaba de satisfacción. Se la llevo a su cuarto y la puso en su mesita de luz. El pequeño insecto destellaba con colores que iban del verde al azul intenso, de allí pasaba al blanco.
Rodrigo se durmió con esa luz titilando, de pronto lo despertó una voz muy queda . Asustado y sorprendido miró a su alrededor, predio su velador , nadie en su cuarto, sus padres ya dormían, eran las tres de la mañana.
La voz, muy dulce y suave le dijo:
- Por favor querido niño sácame de aquí. Si me encierras no tendré mucha vida.
Rodrigo se sentó en la cama, esa voz provenía del frasco y la que hablaba ¡era la luciérnaga!.
- dime eres tú quien me habla, me pellizcaré si duele es que no estoy soñando. De echó se pellizcó bastante fuerte cosa que dolió y mucho pero le hizo comprender que no estaba soñando.
-¿Tú puedes hablarle a los seres humanos? ¡como es posible!
-Todo es posible niño en en la vida, yo puedo hablarte, más no no es permitido. En realidad las luciérnagas en una etapa de la vida en este mundo fuimos pequeños ángeles custodios.
Estábamos aquí para cuidar, custodiar, pero no lo hicimos demasiado bien, éramos pequeños nos gustaba volar de aquí para allá divertirnos y no cumplimos nuestra misión, la de cuidar.
Fuimos llamados ante el consejo de ángeles, y allí se destinaron ángeles más grandes y serenos, para ser custodios.
Nosotros, fuimos reprendidos severamente y por siglos debemos ser luciérnagas e iluminar en las noches sin luna.
- ¡Por siglos!! pero eso es demasiado! respondió el niño acongojado.
- No para nosotros querido amiguito , para nosotros siglos son cortos tramos. siempre habrá luciérnagas porque siempre habrá pequeños ángeles que hacen fechorías, pero yo ya cumplí mi siglo y si tu me encierras no podré volver a ser ángel.
Rodrigo destapó el frasco y la luciérnaga sobrevoló el cuarto, se posó en la mano del niño que quedó deslumbrado por los colores maravillosos que ella irradiaba. En su mano quedaron marcadas letras en colores azul y verde muy claro.
el niño leyó la palabra gracias. La luciérnaga se fue por la ventana que Rodrigo abrió y se perdió en la noche.
No volvió se volvió por un largo rato, el sueño lo venció y quedo durmiendo sentado en la silla mirando hacia la noche.
Lo despertó su madre, que preguntó por qué se había quedado dormido en la ventana. dio cualquier escusa y su madre no volvió a preguntar.
El niño se miró la mano, ya no estaba la palabra pero pequeños puntitos de colores salpicaban su mano. La escondió de la vista de su madre, se levantó y fue al colegio. No podía dejar de pensar en lo sucedido.
Decidió no contar a nadie su experiencia , sabía que no le creerían, que sería inútil hacerles entender.
Esa noche abrió su ventana y esperó , hasta que sus ojitos comenzaron a cerrarse, de pronto cerca del rosal de su jardín vio brillar la hermosa luciérnaga que escribió sobre el vidrio de su ventana
¡Adiós amigo!! vuelvo a ser ángel! Nunca te abandonaré.
Cerró la ventana , apagó la luz y supo que siempre tendría un ángel junto a él.